Los adjetivos sobran para calificar el amor materno. A pesar de que considero que no es necesario esperar un día para obsequiar a las madres y recordarle lo especial que son, internacionalmente muchos países eligen la primera o última semana de mayo para expresar a nuestros “ángeles” el inmenso amor que sentimos y para agradecer su entrega incondicional desde el día mismo cuando Dios decidió instalarnos en su vientre.
El último domingo de mayo es el día elegido por dominicanos y dominicanas para obsequiarle un detalle a las madres, para de esta manera demostrarle el amor que sentimos.
A pesar de los regalo, obsequios y actividades que se realizan en esta fecha, la mejor manera de retribuirle a las madres su amor, cuidado, crianza, y todo lo demás es haciendo que se sientan orgullosas de sus hijos. Así que hoy es un buen momento para analizar si realmente has obsequiado a tu madre este regalo, que va lejos de lo material, pero constituye para ellas una real felicidad y satisfacción por el amor y esfuerzo brindado.
Mami, ¿Quién como tú?
Aunque suene cliché, tiene mucho de cierto la frase que reza “No hay nada como el amor de una madre”. Aquella que pone en riesgo su salud para albergar su hijo en el vientre y tras meses de espera lo recibe con un amor inigualable y dispuesta a dar lo necesario para ofrecer lo mejor a esa criatura. La misma que sin pensar en sí misma deja todo a un lado para entregarse en cuerpo y alma a ese pequeñito.
Despertar a media noche, atenderlo en las mañanas, amamantarlo, cambiarle el pañal, parecen difíciles para el que no ha tenido la oportunidad de concebir, pero para una madre es la felicidad más grata de este mundo.
En adición a esto, la emoción de ver una sonrisa en su rostro, ver salir el primer diente, verlo dar sus primeros pasos, llevarlo a la escuela el primer día de clases, festejar sus cumpleaños, celebrar porque aprendió a montar bicicleta, obsequiarle algún detalle por las buenas notas en un examen, compartir la alegría del primer amor, llorar la pena de una decepción y observar como su pequeño se convierte, poco a poco, en un ser humanamente grande, y sentirse orgullosa de su labor materna.
Por estas y otras razones, no dejo de preguntarme: Mami, ¿Quién como tú?. Y por más que lo pienso, simplemente llego a la conclusión de que, tal como inicié este escrito “no existen adjetivos para describir el amor de una madre. Felicidades a todas las mujeres que tienen la dicha de ser madre, bendiciones para aquellas que actualmente albergan en su vientre el maravilloso privilegio, y prosperidad infinita para las que aún no lo son, pero esperan en el Señor su manifestación Divina.
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