miércoles, 28 de octubre de 2015

HISTORIA DE LA UASD

Reseña Histórica de la Universidad
 Autónoma de Santo Domingo

La Universidad de Santo Domingo fue creada mediante la Bula In Apostolatus Culmine, expedida el 28 de octubre de 1538 por el Papa Paulo III, la cual elevó a esa categoría el Estudio General que los dominicos regenteaban desde el 1518, en Santo Domingo, sede virreinal de la colonización y el más viejo establecimiento colonial del Nuevo Mundo.

La Universidad de Alcalá de Henares fue su modelo y como tal fue porta-estandarte de las ideas renacentistas que surgían del mundo medieval, del que emergía la España de los días de la conquista.

La naciente Universidad inició sus enseñanzas organizadas en cuatro Facultades: Medicina, Derecho, Teología y Artes, conforme a las normas establecidas en la época para las instituciones similares de la metrópoli. Los estudios de Artes incluían dos modalidades, a saber: el “trivium” que comprendía la Gramática, la Retórica y la Lógica y el “quadrivium”, que englobaba la Aritmética, Geometría, Astronomía y Música”.

Vicisitudes
En el año 1801, como consecuencia de la ocupación haitiana al país, la Universidad interrumpió su funcionamiento, porque los dominicos, que la regenteaban, abandonaron la colonia. Se reabrió en el año 1815, al volver la colonia a la soberanía española, pero a partir de entonces adoptó el carácter laico.

Entre el 1815 y el 1821 funcionó bajo el rectorado del Dr. José Núñez de Cáceres. La Universidad volvió a cerrar sus puertas en 1822 debido a que gran número de sus estudiantes fueron reclutados para el servicio militar por orden del régimen haitiano que gobernaba la nación. Con la consumación de la Independencia de la República en 1844, renace en los dominicanos la voluntad de restablecer la Universidad, símbolo de tradición cultural y del carácter propio de la nacionalidad recién adquirida.

Respondiendo a ese reclamo, el 16 de junio de 1859, el Presidente Pedro Santana promulgó una ley que restablecía la antigua Universidad de Santo Domingo, con una composición académica similar a la de las universidades medievales (cuatro facultades: Filosofía, Jurisprudencia, Ciencias Médicas y Sagradas Letras) y como una dependencia del gobierno central a través de la Dirección General de Instrucción Pública y del Secretariado de Estado correspondiente.

Pero por razones de las contingencias políticas, la citada disposición no se ejecutó y la Universidad no se reabrió.

El 31 de diciembre de 1866, se creó, por decreto, el Instituto Profesional, que funcionó en lugar y en sustitución de la antigua Universidad de Santo Domingo.

El día 10 de mayo de 1891, el Instituto Profesional cerró sus puertas, hasta el día 16 de agosto de 1895, que reapareció bajo el rectorado del Arzobispo Fernando Arturo de Merino.

El 16 de noviembre de 1914, el residente de la República, Dr. Ramón Báez, quien era también Rector del Instituto Profesional, transforma por decreto al Instituto Profesional en Universidad de Santo Domingo.

Del 1916 al 1924, la Universidad tuvo que interrumpir su funcionamiento como consecuencia de la intervención norteamericana.

Durante los 31 años de la tiranía del dictador Rafael Leonidas Trujillo, la Universidad de Santo Domingo, como las demás instituciones del país, se vio privada de las libertades más elementales para el cumplimiento de su alta misión, llegando a convertirse en un instrumento de control político y  propagación de consignas totalitarias, ante cuyos perjuicios nada valieron los escasos progresos materiales que alcanzó la Institución en esos años de gobierno despótico, como fue la adquisición de terrenos y la construcción de la Ciudad Universitaria.

Autonomía y fuero universitarios

La Ley No.5778 del 31 de diciembre de 1961 dotó a la Universidad  de autonomía. A partir de ese momento comenzó a debatirse por alcanzar el equilibrio institucional y un clima de convivencia que le permitiera desarrollar todas sus facultades creadoras. Pero después de tres décadas sometida a la voluntad férrea de un régimen contrario a toda forma de comunicación humana que no sirviera a sus intereses a la institución no le fue fácil, inicialmente utilizar la libertad y autogobierno recién adquiridos para desempeñar su misión de servicio y contribuir al  para el mejoramiento cultural y económico de nuestro pueblo.

El 17 de febrero del 1962, se eligen las primeras autoridades bajo el régimen de la autonomía. La Ley 5778 sobre la autonomía, consagraba también el fuero para el recinto universitario, pero éste fue suprimido por el gobierno de facto del Triunvirato, mediante la Ley #292, del 12 de junio de 1964.

miércoles, 21 de octubre de 2015

Salomé Ureña de Henríquez

Salomé UreñaIlustre poeta dominicana Salomé Ureña de Henríquez, quien alcanzó una educación y formación intelectual y literaria que ayudaría a codearse con el mundo literario de su país a los quince años.
Educando, tras conmemorarse un año más del nacimiento de Salomé Ureña, presenta a las familias su biografía y algunos de sus poemas.
Salomé Ureña de Henríquez, nació el 21 de octubre del año 1850 en Santo Domingo, escritora y pedagoga, es considerada como la poeta nacional de la República Dominicana. Fue hija del también escritor y preceptor Nicolás Ureña de Mendoza.
Sus primeras lecciones las tomó de su madre Gregoria Díaz. Más tarde su padre la llevó de la mano en la lectura de los clásicos, tanto españoles como franceses.
Debido a ello, la joven Salomé alcanzó una educación y formación intelectual y literaria que ayudaría a codearse con el mundo literario de su país a los quince años.
A los 20 años se casó con Francisco Henríquez y Carvajal. Les nacieron cuatro hijos: Francisco, Pedro, Max y Camila Henríquez Ureña. Su tercer hijo, Max, llegaría a ser una de las lumbreras humanísticas más destacadas de la América Hispana en el siglo XX.
Comprometida y luchando por la libertad y progreso del país y de Latinoamérica, en sus últimos años se dedicó por completo a la tarea de mejorar la educación de las mujeres.
Alentada por su esposo, en 1881 instituyó en el país, el primer centro femenino de enseñanza superior, nombrado Instituto de Señoritas, todavía existente. A los cinco años de su iniciación, se diplomaron las primeras seis maestras normales.
Colaboró con periódicos y revistas, donde publicó sus poema,  unos de corte patriótico defendiendo la identidad nacional, amenazada entonces por Haití y España y los gobiernos dictatoriales de la isla, y otros más líricos, personales y hasta familiares.
Lira de Quisqueya (1874) fue la primera antología poética dominicana, a la que siguió su libro más celebrado, Poesías (1880). En él se recogen composiciones líricas “La llegada del invierno”, “Melancolías” intimistas “Padre mío”, “A mi hijo”, “Páginas íntimas”; y de corte patriótico “La fe en el porvenir”, “La gloria del progreso”.
Al año siguiente publicó su poema más famoso y pesimista, “Sombras”, en el que manifestaba su desencanto ante la situación sociopolítica dominicana.
Salomé Ureña, luego de vivir años de lucha por la educación, principalmente de las mujeres dominicanas, murió relativamente joven a la edad de 47 años, en 1897, debido a la tuberculosis.

lunes, 12 de octubre de 2015

12 de octubre Día de la Raza:

En 1492, un acontecimiento marcó un cambio rotundo en la vida de los habitantes de todo el planeta, el descubrimiento de América.
Todo empezó gracias a la inquietud de un marino genovés llamado Cristóbal Colón, quien a mediados del siglo XV, elaboró un proyecto para buscar nuevas rutas comerciales que los llevaran de forma más rápida a China y Japón, o sea a las Indias, sin tener que rodear por todo el Continente Africano o atravesar por Asia y Oriente.

Después de 72 días de navegación, el 12 de octubre de 1492 el marinero Rodrigo de Triana divisó Tierra. Este acontecimiento cambió la concepción que se tenía del planeta y provocó algo que ni siquiera Colón había imaginado: la unión de dos mundos.
Cristóbal Colón tenía la idea de que la tierra era redonda y no plana como hasta este momento se creía, también pensaba que sólo había un gran continente en el que en uno de sus extremos estaban España y Portugal y en el otro China y Japón, con quienes tenían grandes intercambios comerciales.
Como las rutas de comercio estaban muy complicadas, ya que por mar tenían que rodear Africa y por tierra, sufrían muchos asaltos y problemas, se le ocurrió, que navegando por el Océano llegarían de forma más rápida y segura.
Además Colón pensaba que solamente había un Océano y que la tierra era mucho más pequeña de lo que en realidad es y nunca se imaginó que del otro lado había un enorme continente, el Americano y otro gran océano, el Pacífico que los separaba muchísimo de su destino: las Indias.
Ofreció su proyecto sin éxito a Portugal y como necesitaba financiamiento, lo presentó a los Reyes Católicos de España, Isabel y Fernando, pero fue rechazado porque la iglesia no aceptaba la idea de que la tierra fuera redonda.
Sin embargo, la reina Isabel, confió en el proyecto porque pensaba que si Colón tenía la razón, España sería más poderosa, así que empeñó sus joyas personales y presionó para que fueron firmadas las capitulaciones que establecían cómo sería el reparto de las ganancias obtenidas.
Todo se preparó y el 3 de agosto de 1492, zarparon tres carabelas desde el Puerto de Palos, en España: la Santa María, donde viajó Colón, La Pinta, cuyo capitán era Martín Alonso Pinzón y La Niña, capitaneada por Vicente Yañez Pinzón.
Después de navegar durante 72 días, el 12 de octubre de 1492, un marinero que navegaba con Cristóbal Colón llamado Rodrigo de Triana, gritó con todas sus fuerzas ¡Tierra a la vista!... y la cansada y ya desesperada tripulación festejó con júbilo su llegada.
Cristóbal Colón desembarcó en una pequeña isla del mar Caribe a la que puso por nombre San Salvador y empezó a conocer y a maravillarse de la cultura, forma de vida de los habitantes y los recursos que tenían en la región.
Durante los tres meses siguientes, Colón recorrió los alrededores y descubrió varias islas, entre ellas Cuba, la Española, Puerto Rico, Jamaica y Trinidad y aunque recorrió las costas de Venezuela y América Central, no se dio cuenta que este territorio pertenecía a un gran y nuevo continente y no a tierras inexploradas de las Indias como él pesaba.
Este acontecimiento permitió que Europa, América y Asia empezaran a compartir sus culturas, adelantos e inventos, expresiones artísticas y recursos.
La idea de conmemorar el “Día del descubrimiento de América”, también conocido como “Día de la Raza” o “Día de la hispanidad”, surgió en el siglo XIX, cuando al celebrarse el cuarto centenario del descubrimiento, fue firmado un decreto real, en el monasterio de la Rábida, el 12 de octubre de 1892 por María Cristina de Habsburgo y aunque en este momento no se establecería como día oficial, años más tarde sería instituido como "fiesta nacional", por todas las naciones americanas, incluyendo a los Estados Unidos de Norteamérica.